La muerte de Hulk Hogan a los 71 años reveló una batalla silenciosa que libró durante años: el deterioro físico extremo tras 40 años de sacrificio en el cuadrilátero. El ícono del wrestling, cuyo cuerpo fue sometido a impactos brutales desde los años 80, acumuló 25 cirugías en la última década, según confesó en 2024 en el podcast IMPAULSIVE. Entre ellas destacan diez operaciones de espalda, reemplazos de ambas caderas y rodillas, y múltiples intervenciones en hombros, un testimonio del desgaste acumulado por giros, golpes y caídas que definieron su carrera.
"Todo en mí es artificial: caderas, rodillas, hombros... tengo hasta tornillos en la columna", declaró Hogan con crudeza el año pasado. Su última cirugía, una intervención de cuello en mayo de 2025, generó rumores sobre su estado crítico, que su esposa Sky negó asegurando que su corazón estaba "fuerte". Sin embargo, el dolor crónico se había convertido en su sombra: las vértebras dañadas por el movimiento "Leg Drop" (su golpe característico) y las lesiones mal curadas lo obligaban a caminar apoyado en bastones en privado.
El contraste público
Esta lucha física se hizo visible en sus apariciones finales. Durante una entrevista en Fox & Friends en mayo, su demacrado aspecto ,piel extremadamente pálida, barba teñida de negro de forma desigual y movilidad reducida, alarmó a los fans. "¿Es realmente Hulk Hogan?", preguntaban usuarios en redes, mientras otros bromeaban sobre su "aspecto sucio". Lejos de las cámaras, según reveló su biógrafo Mark Dagostino, dependía de infusiones de vitaminas y terapia de oxígeno hiperbárico para mitigar el dolor.
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